A
lo largo de cuarenta años de experiencia como
periodista profesional
he sido cancelado muchas veces por pensar de manera diferente, por lo
que estoy muy acostumbrado. Forma parte de la normalidad de nuestra
sociedad apartar a cualquier ser humano que se salga de la narrativa
oficial de cualquier medio, canal o gobierno. Primero no te expulsan
directamente pero se ponen hostiles
o
antipáticos contigo o te lanzan indirectas simplemente porque no les
gusta tu independencia de
que
no te cases
con nada ni con nadie. Detrás
se esconde la envidia por tener la habilidad de comunicar
y
prosperar mejor que ellos y crearse menos enemigos.
Nunca
he criticado a otro canal ni a otro compañero youtuber
aunque no esté de acuerdo con lo que diga, y eso es elegancia.
No estamos para criticarnos unos a otros sino para que cada uno
exponga la información que ha descubierto, o lo que considere que es
su verdad, y dejar que cada uno exponga lo suyo, es decir vivir y
dejar vivir. Lo contrario sería interferencia y ruido de fondo que
sólo crea confusión. Por
eso he aprendido la lección de que cada ser humano debe cumplir su
misión de
vida, del
modo más independiente posible, sin dejarse arrastrar por lo que
opinen otras personas.
Es
imposible caerle bien a todo el mundo, pero es posible respaldar
todas las informaciones con enlaces, como yo hago. Ya sabemos que no
es perfecta ninguna fuente ni agencia de noticias, y
que siempre cabe la posibilidad de error, lo que explica la necesidad
de actualizar la información todos los días, para ampliar, corregir
o en su caso rectificar, cosa que suele ocurrir raramente.
Las
verdades absolutas sólo las dan los historiadores serios basados en
pruebas documentales. Los periodistas honestos sólo dan noticias
provisionales basadas en los acontecimientos de cada día. Mis
noticias proceden de agencias o de publicaciones, pero los mensajes
canalizados no son noticias ni tampoco dogmas de fe, sino reflexiones
sobre la actualidad que cada uno puede aprovechar como consejo si le
resuena lo que dice. Nunca
publico un mensaje completo sino únicamente los párrafos más
significativos o al menos los que más me resuenan.
En cuanto a la parte más difícil, que son las
diversas predicciones, pertenecen al autor que las emite y no al
mensajero que las refleja. Por eso publico a veces predicciones
diferentes o contradictorias, porque no son mías, y cada uno debe
juzgar las posibilidades de acierto como una quiniela, porque nadie
sabe el día ni la hora. No soy portavoz de una verdad absoluta como
la religión sino de noticias que obligan a pensar, investigar y a
sacar cada uno sus propias conclusiones personales.
DEFINICIÓN
La cultura de la cancelación (cancel
culture) es un neologismo que designa a un cierto fenómeno
extendido de retirar el apoyo, ya sea moral, como financiero, digital
e incluso social, a aquellas personas u organizaciones que se
consideran inadmisibles, ello como consecuencia de determinados
comentarios o acciones, independiente de la veracidad o falsedad de
estos, o porque esas personas o instituciones transgreden ciertas
expectativas que sobre ellas había.
Se
ha definido como «una
llamada
a boicotear a alguien que ha compartido una opinión cuestionable o
impopular en las redes sociales».
El término cancel
culture o
cancelling
comenzó a utilizarse en 2015, ganando mayor popularidad a partir de
2018. Si bien es una política que tiene su origen en las primeras
fases de la Alemania Nazi hacia los judíos y quienes no participaban
del nacional-socialismo.
A este fenómeno se le compara con un pacto
propio del mundo digital, en el cual algunas personas acuerdan no
apoyar más a una persona o medio informativo. Lisa Nakamura
de la Universidad de Míchigan describe esta cultura como «un
acuerdo para no amplificar, publicitar ni dar apoyo económico»,
lo cual relaciona con la economía de la atención, concluyendo que
«cuando privas a alguien de tu atención, le privas de su modo de
ganarse la vida».
https://es.wikipedia.org/wiki/Cultura_de_la_cancelaci%C3%B3n
HETERODOXIA
Cancelar
significa anular una cita, borrar de la memoria o derogar algo, y
censurar significa reprobar a alguien, murmurar de algo o de alguien
o vituperarlo. La censura es una violación de los derechos humanos
más
elementales
y es la intervención que practica el censor en el contenido de una
obra atendiendo a razones ideológicas.
Por heterodoxia también se
entiende la doctrina u opinión que no está de acuerdo con la
sustentada por la mayor parte de un grupo que constituiría el dogma,
'statu quo' o posición ortodoxa y, en especial, la que aparece ante
la gran mayoría como disidente, herética, extraña o insólita, o
incluso apartada de lo aceptable y reprobada.
En
las sociedades intolerantes, con menor libertad de conciencia, donde
existen opiniones obligatorias o dogmas, la heterodoxia es castigada
y quienes la sustentan son menospreciados, silenciados, marginados,
expulsados de la sociedad o invisibilizados.
En
el ámbito religioso dogmático se denomina ‘herejía’, y en
cierto sentido próximo a este la utiliza el famoso pensador y
erudito católico español decimonónico Marcelino
Menéndez y
Pelayo
en su “Historia
de los heterodoxos españoles” donde
analiza la doctrina e ideología de los pensadores, que se apartan
de la tradición cultural del
Cesaro-papismo de
la Iglesia romana.
La
cultura de la cancelación, según lo define en inglés
Dictionary.com,
es “una
práctica popular que consiste en retirar el apoyo a personajes
públicos y compañías tras haber hecho o dicho algo considerado
objetable u ofensivo”.
El
Macquarie
Dictionary
la define con otras palabras: “Las
actitudes que promueve o adopta una comunidad para retirar el apoyo a
un personaje público, normalmente como respuesta a una acción o
comentario socialmente inaceptable”.
Tanto
las personas como las empresas pueden ser ‘canceladas’.
La gente les retira su apoyo y, en consecuencia, resultan
boicoteadas. Una forma de hacerlo es dejar de ver una serie si
participa un determinado actor o dejar de comprar los productos de
una marca.
https://www.huffingtonpost.es/entry/cultura-de-la-cancelacion_es_5f06e395c5b63a72c33d9465
Según
el Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
de la ONU: “Todo
individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión.
Este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el
investigar y recibir informaciones y opiniones y difundirlas, sin
limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”
https://www.un.org/es/about-us/universal-declaration-of-human-rights
RESTRICCIÓN DEL DEBATE
En julio de 2020 se publicó en Harper's
la carta de 150 prestigiosos intelectuales, entre los que se
encontraban nombres tan ilustres como los de Margaret Atwood, Noam
Chomsky, Salman Rhusdie o
J.K. Rowling, en donde estos alertaban sobre algo que venían
observando: una restricción del debate, y pedían, por ello,
“preservar la posibilidad de desacuerdos de buena fe sin
consecuencias profesionales nefastas”.
Básicamente, lo que
hacían estos pensadores era poner sobre la mesa su rechazo a lo que
se conoce como “cultura de
la cancelación”, y alertaban de que esta práctica
estaba en auge.
El
escritor
ruso Fyodor
Dostoevsky
fue cancelado por la Universidad de Milano-Bicocca,
en Italia,
que suspendió un curso sobre él antes de restablecerlo después de
una reacción violenta. Pero la broma estaba en ellos, porque
Dostoievski
ya había sido cancelado, se podría decir, ya que falleció en 1881,
por lo que las probabilidades eran
bastante bajas de que haya tenido alguna participación en el
conflicto actual de Ucrania.
La llamada "cultura de la cancelación"
es una forma moderna de ostracismo o exclusión contra alguien que se
considera que actuó o dijo algo de manera inaceptable. El individuo
‘cancelado’, generalmente una celebridad, puede ser
rechazado socialmente o boicoteado profesionalmente. La discrepancia
pública parece aun más vetada de lo habitual, pero hay algunas
fórmulas para hacerlo sin salir escaldados como el uso de eufemismos
que no ofenden.
Consiste
básicamente en que un personaje público dice algo inconveniente, y
rápidamente desencadena una reacción que busca la cancelación de
su persona, esto es una serie de boicots a su labor profesional, o a
la plataforma que le sirve de altavoz a sus reflexiones, a sus
empleadores, etc. En definitiva, supone un
ataque a su reputación.
https://www.abc.es/cultura/abci-cultura-cancelacion-practica-moda-ultraizquierda-202007101339_noticia.html
DEBATE
La
llamada cultura de la cancelación ha abierto uno de los debates
intelectuales más complejos e interesantes de las últimas décadas
porque, más allá de sus aspectos positivos o negativos, es un
reflejo del profundo cambio de paradigma moral que atraviesa la
sociedad del siglo XXI. A las nuevas generaciones no les hacen ni
pizca de gracia las bromas porque
no tienen sentido del humor.
No hay manera de lograr justicia si para
acceder a ella debemos renunciar a la libertad. Tampoco hay forma de
llegar a la razón, al conocimiento o a la mínima aspiración de
entender la realidad si, en el camino, decidimos que sólo se deben
tomar en cuenta las voces alineadas con una causa o una
pre-concepción del mundo. Los absolutismos, las dictaduras del
pensamiento y de la expresión verbal -vengan de donde vengan- jamás
han logrado en la historia mejores sociedades.
Según
Jorge
Soley,
la
cultura de la cancelación es una visión de la vida social y
cultural, y unos mecanismos asociados a esta visión que justifican
el silenciamiento, la muerte civil, la expulsión de la esfera de lo
aceptable, de todos aquellos que no se pliegan a las directrices de
lo políticamente correcto.
Quienes osan expresarse de modo diferente
son denunciados rápidamente y se organiza un linchamiento mediático
que lo convierten a uno en alguien poco recomendable, alguien al que
hay que expulsar de los medios y redes sociales y que, en ciertas
ocasiones, te
puede
llevarte a perder tu empleo.
https://www.infocatolica.com/blog/caballeropilar.php/2202140630-jorge-soley-la-cultura-de-la
(*) Periodista