viernes, 25 de marzo de 2022

Cultura de la Cancelación / Guillermo Herrera *


A lo largo de cuarenta años de experiencia
como periodista profesional he sido cancelado muchas veces por pensar de manera diferente, por lo que estoy muy acostumbrado. Forma parte de la normalidad de nuestra sociedad apartar a cualquier ser humano que se salga de la narrativa oficial de cualquier medio, canal o gobierno. 

Primero no te expulsan directamente pero se ponen hostiles o antipáticos contigo o te lanzan indirectas simplemente porque no les gusta tu independencia de que no te cases con nada ni con nadie. Detrás se esconde la envidia por tener la habilidad de comunicar y prosperar mejor que ellos y crearse menos enemigos.

Nunca he criticado a otro canal ni a otro compañero youtuber aunque no esté de acuerdo con lo que diga, y eso es elegancia. No estamos para criticarnos unos a otros sino para que cada uno exponga la información que ha descubierto, o lo que considere que es su verdad, y dejar que cada uno exponga lo suyo, es decir vivir y dejar vivir. Lo contrario sería interferencia y ruido de fondo que sólo crea confusión. Por eso he aprendido la lección de que cada ser humano debe cumplir su misión de vida, del modo más independiente posible, sin dejarse arrastrar por lo que opinen otras personas.

Es imposible caerle bien a todo el mundo, pero es posible respaldar todas las informaciones con enlaces, como yo hago. Ya sabemos que no es perfecta ninguna fuente ni agencia de noticias, y que siempre cabe la posibilidad de error, lo que explica la necesidad de actualizar la información todos los días, para ampliar, corregir o en su caso rectificar, cosa que suele ocurrir raramente.

Las verdades absolutas sólo las dan los historiadores serios basados en pruebas documentales. Los periodistas honestos sólo dan noticias provisionales basadas en los acontecimientos de cada día. Mis noticias proceden de agencias o de publicaciones, pero los mensajes canalizados no son noticias ni tampoco dogmas de fe, sino reflexiones sobre la actualidad que cada uno puede aprovechar como consejo si le resuena lo que dice. Nunca publico un mensaje completo sino únicamente los párrafos más significativos o al menos los que más me resuenan.

En cuanto a la parte más difícil, que son las diversas predicciones, pertenecen al autor que las emite y no al mensajero que las refleja. Por eso publico a veces predicciones diferentes o contradictorias, porque no son mías, y cada uno debe juzgar las posibilidades de acierto como una quiniela, porque nadie sabe el día ni la hora. No soy portavoz de una verdad absoluta como la religión sino de noticias que obligan a pensar, investigar y a sacar cada uno sus propias conclusiones personales.

DEFINICIÓN

La cultura de la cancelación (cancel culture) es un neologismo que designa a un cierto fenómeno extendido de retirar el apoyo, ya sea moral, como financiero, digital e incluso social, a aquellas personas u organizaciones que se consideran inadmisibles, ello como consecuencia de determinados comentarios o acciones, independiente de la veracidad o falsedad de estos, o porque esas personas o instituciones transgreden ciertas expectativas que sobre ellas había.

Se ha definido como «una llamada a boicotear a alguien que ha compartido una opinión cuestionable o impopular en las redes sociales». El término cancel culture o cancelling comenzó a utilizarse en 2015, ganando mayor popularidad a partir de 2018. Si bien es una política que tiene su origen en las primeras fases de la Alemania Nazi hacia los judíos y quienes no participaban del nacional-socialismo.

A este fenómeno se le compara con un pacto propio del mundo digital, en el cual algunas personas acuerdan no apoyar más a una persona o medio informativo. Lisa Nakamura de la Universidad de Míchigan describe esta cultura como «un acuerdo para no amplificar, publicitar ni dar apoyo económico», lo cual relaciona con la economía de la atención, concluyendo que «cuando privas a alguien de tu atención, le privas de su modo de ganarse la vida».

https://es.wikipedia.org/wiki/Cultura_de_la_cancelaci%C3%B3n

HETERODOXIA

Cancelar significa anular una cita, borrar de la memoria o derogar algo, y censurar significa reprobar a alguien, murmurar de algo o de alguien o vituperarlo. La censura es una violación de los derechos humanos más elementales y es la intervención que practica el censor en el contenido de una obra atendiendo a razones ideológicas. 

Por heterodoxia también se entiende la doctrina u opinión que no está de acuerdo con la sustentada por la mayor parte de un grupo que constituiría el dogma, 'statu quo' o posición ortodoxa y, en especial, la que aparece ante la gran mayoría como disidente, herética, extraña o insólita, o incluso apartada de lo aceptable y reprobada.

En las sociedades intolerantes, con menor libertad de conciencia, donde existen opiniones obligatorias o dogmas, la heterodoxia es castigada y quienes la sustentan son menospreciados, silenciados, marginados, expulsados de la sociedad o invisibilizados.

En el ámbito religioso dogmático se denomina ‘herejía’, y en cierto sentido próximo a este la utiliza el famoso pensador y erudito católico español decimonónico Marcelino Menéndez y Pelayo en su “Historia de los heterodoxos españoles” donde analiza la doctrina e ideología de los pensadores, que se apartan de la tradición cultural del Cesaro-papismo de la Iglesia romana.

La cultura de la cancelación, según lo define en inglés Dictionary.com, es “una práctica popular que consiste en retirar el apoyo a personajes públicos y compañías tras haber hecho o dicho algo considerado objetable u ofensivo”.

El Macquarie Dictionary la define con otras palabras: “Las actitudes que promueve o adopta una comunidad para retirar el apoyo a un personaje público, normalmente como respuesta a una acción o comentario socialmente inaceptable”.

Tanto las personas como las empresas pueden ser ‘canceladas’. La gente les retira su apoyo y, en consecuencia, resultan boicoteadas. Una forma de hacerlo es dejar de ver una serie si participa un determinado actor o dejar de comprar los productos de una marca.

https://www.huffingtonpost.es/entry/cultura-de-la-cancelacion_es_5f06e395c5b63a72c33d9465

Según el Artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión. Este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el investigar y recibir informaciones y opiniones y difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”

https://www.un.org/es/about-us/universal-declaration-of-human-rights

RESTRICCIÓN DEL DEBATE

En julio de 2020 se publicó en Harper's la carta de 150 prestigiosos intelectuales, entre los que se encontraban nombres tan ilustres como los de Margaret Atwood, Noam Chomsky, Salman Rhusdie o J.K. Rowling, en donde estos alertaban sobre algo que venían observando: una restricción del debate, y pedían, por ello, “preservar la posibilidad de desacuerdos de buena fe sin consecuencias profesionales nefastas”

Básicamente, lo que hacían estos pensadores era poner sobre la mesa su rechazo a lo que se conoce como “cultura de la cancelación”, y alertaban de que esta práctica estaba en auge.

El escritor ruso Fyodor Dostoevsky fue cancelado por la Universidad de Milano-Bicocca, en Italia, que suspendió un curso sobre él antes de restablecerlo después de una reacción violenta. Pero la broma estaba en ellos, porque Dostoievski ya había sido cancelado, se podría decir, ya que falleció en 1881, por lo que las probabilidades eran bastante bajas de que haya tenido alguna participación en el conflicto actual de Ucrania.

La llamada "cultura de la cancelación" es una forma moderna de ostracismo o exclusión contra alguien que se considera que actuó o dijo algo de manera inaceptable. El individuo ‘cancelado’, generalmente una celebridad, puede ser rechazado socialmente o boicoteado profesionalmente. La discrepancia pública parece aun más vetada de lo habitual, pero hay algunas fórmulas para hacerlo sin salir escaldados como el uso de eufemismos que no ofenden.

Consiste básicamente en que un personaje público dice algo inconveniente, y rápidamente desencadena una reacción que busca la cancelación de su persona, esto es una serie de boicots a su labor profesional, o a la plataforma que le sirve de altavoz a sus reflexiones, a sus empleadores, etc. En definitiva, supone un ataque a su reputación.

https://www.abc.es/cultura/abci-cultura-cancelacion-practica-moda-ultraizquierda-202007101339_noticia.html

DEBATE

La llamada cultura de la cancelación ha abierto uno de los debates intelectuales más complejos e interesantes de las últimas décadas porque, más allá de sus aspectos positivos o negativos, es un reflejo del profundo cambio de paradigma moral que atraviesa la sociedad del siglo XXI. A las nuevas generaciones no les hacen ni pizca de gracia las bromas porque no tienen sentido del humor.

No hay manera de lograr justicia si para acceder a ella debemos renunciar a la libertad. Tampoco hay forma de llegar a la razón, al conocimiento o a la mínima aspiración de entender la realidad si, en el camino, decidimos que sólo se deben tomar en cuenta las voces alineadas con una causa o una pre-concepción del mundo. Los absolutismos, las dictaduras del pensamiento y de la expresión verbal -vengan de donde vengan- jamás han logrado en la historia mejores sociedades.

Según Jorge Soley, la cultura de la cancelación es una visión de la vida social y cultural, y unos mecanismos asociados a esta visión que justifican el silenciamiento, la muerte civil, la expulsión de la esfera de lo aceptable, de todos aquellos que no se pliegan a las directrices de lo políticamente correcto. 

Quienes osan expresarse de modo diferente son denunciados rápidamente y se organiza un linchamiento mediático que lo convierten a uno en alguien poco recomendable, alguien al que hay que expulsar de los medios y redes sociales y que, en ciertas ocasiones, te puede llevarte a perder tu empleo.

https://www.infocatolica.com/blog/caballeropilar.php/2202140630-jorge-soley-la-cultura-de-la

 

(*) Periodista

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